Hugo López Rosas
Biólogo con doctorado en Ecología y Manejo de Recursos Naturales. Se desempeña como Profesor Investigador en El Colegio de Veracruz y forma parte del Sistema Nacional de Investigadoras e Investigadores (nivel 1) desde 2009.
La crisis ambiental que vive Veracruz va mucho más allá de la pérdida o degradación de sus humedales urbanos. El entramado natural que conecta sierra, lagunas, manglares y arrecifes —la defensa más compleja y valiosa del Golfo de México— se encuentra en crisis, con consecuencias directas para las más de 800 mil personas esta zona metropolitana.
El primer eslabón son las 33 lagunas interdunarias de Veracruz y La Antigua, protegidas desde 2016 como Área Natural Protegida estatal. Estas lagunas funcionan como esponjas que regulan inundaciones y sostienen la vida urbana gracias a su conectividad hídrica. Como lo describe Patricia Moreno-Casasola, investigadora emérita del Instituto de Ecología, A.C., el agua desciende de la sierra, aflora en los humedales y manglares, y finalmente llega al mar y a los arrecifes. Durante la temporada de huracanes, la elevación del nivel en estas lagunas indica que el manto freático sube y existe riesgo de inundación. Construir sobre ellas destruye los poros del suelo, elimina su capacidad de almacenamiento y anula la regulación natural del agua.
La expansión inmobiliaria en la llamada Riviera Veracruzana presiona este equilibrio. Veracruz figura entre los estados con mayor pérdida de humedales costeros, impulsada por el crecimiento urbano y la especulación inmobiliaria. El sistema lagunar de Mandinga es un ejemplo de esteproblema: se proyecta la desaparición de entre 100 y 150 hectáreas de manglar en los próximos 15 años si se mantiene la tendencia.
La contaminación suma otro factor crítico. Las playas presentan altos niveles de plásticos y otros contaminantes que terminan en las lagunas. Mantener la funcionalidad de estos ecosistemas exige conservar la vegetación de los humedales de las orillas y frenar la entrada de aguas residuales y basura.
El manglar de Arroyo Moreno, protegido desde 1999, es el único bosque natural en la conurbación Veracruz-Boca del Río. Con 308 hectáreas, perdió 14% de su cobertura entre 1976 y 2005, y otro 27% entre 2005 y 2010, dejando apenas manchones aislados en su zona norte.
El Sistema Arrecifal Veracruzano, el mayor del Golfo de México, completa la cadena. Declarado área protegida federal en 1992 y sitio Ramsar en 2004, agrupa 27 arrecifes que actúan como barrera natural contra huracanes. En 2022 la Suprema Corte dictaminó que la ampliación portuaria se autorizó violando el derecho a un ambiente sano. Pese a ello, recientemente en junio, el gobierno federal, a través de la Secretaría de Marina, anunció la construcción de una escollera sobre el arrecife La Gallega. Además, desde 2015 se conocen 23 arrecifes sumergidos documentados por la Universidad Veracruzana, de los cuales solo cinco han sido reconocidos oficialmente, sin que esta información se incluyera en las evaluaciones de impacto ambiental.
La pérdida de poblaciones de cangrejo azul (Cardisoma guanhumi) muestra qué tan grave es la crisis. Esta especie clave, que procesa gran parte de la hojarasca en manglares y conecta ecosistemas terrestres y marinos, ha disminuido 90% desde 1998. Recientemente, activistas de Earth Missionreportaron la ausencia total de hembras ovadas en la Riviera Veracruzana —en los municipios de Veracruz, Boca del Río, Medellín y Alvarado— durante la temporada de reproducción. La carretera costera funciona como una trampa mortal: estudios estiman casi 1,600 cangrejos muertos por kilómetro al año, 95% hembras que intentaban llegar al mar. Al menos 15 fraccionamientos han destruido miles de madrigueras, levantando muros entre los humedales de agua dulce, manglares y la playa.
La desaparición del cangrejo azul provoca efectos en cadena: los suelos se compactan, los manglares pierden condiciones para crecer, aves y peces ven reducidas sus fuentes de alimento y zonas de crianza. En contraste, lugares como Christmas Island en Australia muestran que la protección de este tipo de cangrejos es posible mediante infraestructura específica: túneles y barreras que guían la migración de millones de cangrejos y reducen la mortalidad.
Frente a este panorama, Veracruz necesita medidas inmediatas: restaurar humedales y corredores para la migración de especies, suspender nuevas construcciones en áreas críticas, reforzar vedas reproductivas y emprender programas de repoblación. Estas acciones no son opcionales, son indispensables para mantener viva la última línea de defensa natural contra el cambio climático en una de las zonas costeras urbanas más pobladas del país.