Ciudad de México, 5 de noviembre de 2025.- La multinacional española Telefónica, que opera en México bajo la marca Movistar, anunció que dejará de operar en el país como parte de su estrategia de simplificación de negocios en América Latina.
La salida incluye además los mercados de Chile y Venezuela; en el caso de Colombia, el proceso ya está avanzado.
¿Por qué esta decisión?
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En los últimos cinco años, la participación de Telefónica en México —medida por número de líneas móviles— se redujo de 18.1 % a 14.1 %.
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Su ingreso promedio por usuario (ARPU) se situó en 74 pesos, cifra significativamente menor que el promedio del mercado (~142 pesos) en el mismo periodo.
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El auge de los Operadores Móviles Virtuales (OMV) en México, que pasaron de 4.4 % a 16.9 % de participación entre 2021 y 2025, presionó aún más la posición de Movistar.
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Telefónica señala que esta medida no obedece a motivos políticos, sino a su plan estratégico de enfocarse en sus mercados clave de Europa (España, Reino Unido, Alemania) y Brasil.
¿Qué implicaciones tiene para usuarios y el mercado mexicano?
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Por el momento, se indica que Movistar seguirá operando con normalidad hasta que se concrete la venta o cierre de operaciones y se obtengan los permisos regulatorios pertinentes.
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Los clientes deberán estar atentos a comunicados formales sobre qué empresa asumirá los activos, la red, la base de usuarios o la transición de marca.
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Para el mercado de las telecomunicaciones en México, esta salida abre espacio para que otros operadores —un segundo o tercer jugador competitivo— consoliden su posición o para que los OMV capturen más participación.
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Desde un punto de vista estratégico, la retirada de Telefónica de México puede interpretarse como un reconocimiento de que competir en el mercado mexicano de telecomunicaciones presentaba márgenes menores, mayores inversiones y un entorno microeconómico más complejo de lo esperado.
La decisión de Telefónica de salir de México marca un hito relevante para el sector de telecomunicaciones en el país. No sólo afecta a una marca histórica como Movistar, sino que reconfigura el tablero competitivo: mayor protagonismo para los operadores que queden, presión sobre la competencia de precios, y un posible cambio de enfoque hacia segmentos menos explotados del mercado.
Para usuarios, inversionistas y reguladores será importante observar cómo se concretará la transición, quién asume los activos y cómo se preservan los derechos y continuidad de servicio de los clientes.







