Hugo López Rosas
Biólogo con doctorado en Ecología y Manejo de Recursos Naturales. Se desempeña como Profesor Investigador en El Colegio de Veracruz y forma parte del Sistema Nacional de Investigadoras e Investigadores (nivel 1) desde 2009.
Cuando pensamos en la costa, casi siempre imaginamos el mar y la arena. Pero más allá de esa franja luminosa donde rompen las olas existe una frontera silenciosa y decisiva: los humedales interdunarios. Son depresiones que se forman entre o detrás de los cordones de dunas costeras, donde el agua se acumula y da vida a un ecosistema discreto, ausente de las postales turísticas. En Veracruz, estos humedales actúan como esponjas naturales, refugios de biodiversidad y reguladores del ciclo del agua. Sin embargo, su deterioro avanza con una rapidez que pasa desapercibida.
Durante mucho tiempo, los humedales costeros fueron vistos como terrenos inútiles. Se drenaron, rellenaron o transformaron en potreros. Las plantas acuáticas nativas, como el espadín (Sagittaria lancifolia), hoja galápago (Pontederia sagittata) o el platanillo (Thalia geniculata) fueron desplazadas por pastos africanos introducidos para la ganadería, como el zacate alemán (Echinochloa pyramidalis) en las zonas tropicales costeras de Veracruz, Tabasco, Campeche y Chiapas. Esta especie invasora se ha convertido en una de las más agresivas del trópico húmedo: forma tapetes densos que asfixian la vegetación local, modifican el suelo y reducen la disponibilidad de agua. En poco tiempo, un humedal puede reducir sustancialmente el agua almacenada y convertirse en un campo monótono, dominado por una sola planta.
Esa pérdida va mucho más allá de la vegetación. Cada metro de humedal degradado significa menos espacio para aves acuáticas, menos recarga de acuíferos y menor capacidad del terreno para absorber lluvias o reducir inundaciones. La invasión de pastos exóticos se transforma así en un problema ecológico, hidrológico y social. Donde antes había agua y vida, hoy predominan suelos duros y con poca diversidad, con los servicios ambientales reducidos al mínimo.
En Veracruz, hemos demostrado que es posible revertir esta situación, aunque exige constancia y conocimiento. La restauración de los humedales interdunarios combina el corte regular e intensivo de la biomasa de la invasora, la aplicación de quemas controladas, la regulación artificial del nivel del agua (por ejemplo, provocando inundación por tiempo suficiente para eliminar a la invasora) y la producción y siembra de especies nativas. Después de tres años de trabajo, los resultados fueron evidentes: el zacate invasor retrocedió, las depresiones del terreno volvieron a saturarse de agua, y regresaron las comunidades de plantas y animales propias del ecosistema. El humedal recuperó su papel como filtro, refugio y amortiguador natural.
Pero más allá de la técnica, la experiencia deja una enseñanza mayor: restaurar no es regresar al pasado, sino reconstruir la capacidad del sistema para adaptarse y mantener la vida. La resiliencia ecológica no depende de reproducir una lista de especies, sino de restablecer las relaciones entre agua, suelo, vegetación y fauna. En los humedales que se ocultan tras las dunas, esta red de interdependencias es especialmente frágil: las dunas retienen y filtran el agua, las raíces estabilizan el suelo y las aves transportan semillas entre lagos y humedales. Cuando una de esas piezas se altera, todo el sistema se desequilibra.
El problema es que estos procesos ocurren fuera del radar de la planeación urbana y ambiental. En muchos municipios costeros, los humedales interdunarios ni siquiera aparecen en los mapas ni cuentan con protección legal. Se les sigue viendo como espacios sin valor económico, aunque su desaparición agrava las inundaciones, acelera la erosión y reduce la infiltración de agua dulce. En un contexto de crisis climática, cada hectárea restaurada representa un escudo natural contra los impactos del calentamiento global.
Por eso, restaurar los humedales interdunarios de Veracruz no es solo una tarea científica: es una responsabilidad colectiva. Requiere políticas públicas que involucren a las comunidades, promuevan la conservación activa y reconozcan estos ecosistemas como infraestructura natural. Es urgente replantear la relación entre la ganadería y el paisaje, entre el uso del suelo y la salud ecológica. Donde el zacate invasor domina, la vida retrocede; donde el agua vuelve y las plantas nativas renacen, el territorio respira otra vez.
Los humedales tras las dunas son una frontera invisible que sostiene la vida costera. No son pantanos inútiles, sino los cimientos de la resiliencia del Golfo de México. Protegerlos no es un gesto simbólico ni una moda ambiental: es una condición esencial para nuestra supervivencia. En ellos se equilibra, silenciosamente, la relación entre el mar y la tierra, entre la economía humana y la estabilidad de la naturaleza.

Humedal de agua dulce restaurado, tras el último cordón del sistema de dunas de la Reserva Ecológica La Mancha, en Actopan, Veracruz. La vegetación acuática, en este caso dominada por Sagittaria lancifolia, tiene sus raíces inmersas en un sustrato lodoso y toleran tiempos prolongados de inundación.
Literatura técnica o de divulgación para conocer más de este proyecto:
López Rosas, H., P. Moreno-Casasola, F. López Barrera, L. E. Sánchez Higueredo, V. E. Espejel González y J. Vázquez. (2013). Interdune wetland restoration in central Veracruz Mexico: plant diversity recovery mediated by hydroperiod. p. 255-269. En: M. L. Martínez, J. B. Gallego-Fernández y P. A. Hesp (Eds.), Coastal Dune Restoration, Springer Verlag, Berlin Heidelberg. DOI: https://doi.org/10.1007/978-3-642-33445-0_16.
— Demuestra con evidencia cuantitativa la recuperación de la diversidad vegetal en humedales restaurados detrás del cordón de dunas, destacando el papel del hidroperiodo como regulador principal del éxito ecológico.
López Rosas, H., F. López-Barrera, P. Moreno-Casasola, G. Aguirre-León, E. Cázares-Hernández y L. Sánchez-Higueredo. (2010). Indicators of recovery in a tropical freshwater marsh invaded by an African grass. Ecological Restoration 20(3):324-332. DOI: https://doi.org/10.3368/er.28.3.324.
— Identifica indicadores ecológicos de restauración tras el control de Echinochloa pyramidalis, demostrando la recuperación funcional y estructural del humedal después de tres años de manejo.
Moreno-Casasola, P., L. Sánchez-Higueredo, J. Vázquez, y H. López Rosas. (2011). Cambios en la composición vegetal después de la restauración de un humedal invadido por pastos africanos en Veracruz, México. CienciaUAT, 6(1), 52–57. https://www.redalyc.org/pdf/4419/441942925010.pdf
— Documenta la disminución de especies invasoras y el incremento sostenido de especies nativas deseables, consolidando evidencia empírica del proceso de restauración en humedales herbáceos de agua dulce.


