Cuencas estratégicas: desarrollo sin destrucción

"Tierra Nuestra: Voces por un México Sustentable"

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Hugo López Rosas

Biólogo con doctorado en Ecología y Manejo de Recursos Naturales. Se desempeña como Profesor Investigador en El Colegio de Veracruz y forma parte del Sistema Nacional de Investigadoras e Investigadores (nivel 1) desde 2009.

La cuenca del río Coatzacoalcos, ubicada entre Oaxaca y Veracruz, representa uno de los territorios más estratégicos para el desarrollo de México. Con más de 17 mil kilómetros cuadrados, concentra grandes reservas hídricas y alberga una rica diversidad ecológica: bosques tropicales, manglares, humedales y numerosas especies. Este espacio sustenta a comunidades rurales, pueblos indígenas y economías locales vinculadas a la pesca y la agricultura. Sin embargo, esta riqueza natural y cultural atraviesa una situación crítica.


El río Coatzacoalcos, pese a su importancia ecológica, es uno de los cuerpos de agua más contaminados del país. La concentración industrial en Coatzacoalcos, Minatitlán y Nanchital ha deteriorado profundamente la calidad del agua, afectando ecosistemas y poblaciones. Las descargas petroquímicas, aguas residuales no tratadas y el crecimiento urbano desordenado han alterado los ciclos ecológicos, incrementando riesgos sanitarios y ambientales. Esta situación se agrava con los efectos del cambio climático: lluvias intensas, inundaciones frecuentes y sequías prolongadas.


En este contexto surge el Corredor Interoceánico del Istmo de Tehuantepec (CIIT), que busca conectar el Golfo de México con el Océano Pacífico mediante tres líneas ferroviarias, diez parques industriales y una red carretera modernizada. Aunque promete empleos y crecimiento regional, su implementación sin un enfoque de sustentabilidad podría agravar los problemas socioambientales existentes.

Es importante recordar que, desde 2018, existe un Decreto de Reserva Parcial de Aguas Nacionales Superficiales en la Subregión Hidrológica Río Coatzacoalcos, que establece volúmenes reservados para usos domésticos, urbanos y de conservación ecológica. Este instrumento busca garantizar el abastecimiento futuro de agua y mantener los caudales ecológicos necesarios para preservar los ecosistemas. Ignorar esta normativa durante la expansión industrial amenazaría los derechos humanos al agua y al ambiente sano.


Ante esta situación, debemos proponer alternativas sustentables. La cuenca debe entenderse como un sistema socioecológico donde confluyen procesos naturales, económicos, sociales y culturales. Este enfoque permite identificar múltiples tensiones: conflictos por el uso del agua entre industrias y comunidades, y la pérdida de humedales y manglares que cumplen funciones vitales como regulación hídrica, captura de carbono y hábitat para la biodiversidad.
No se trata de oponerse al desarrollo, sino de transformarlo mediante: planificación territorial con enfoque de cuenca, participación de todos los actores, protección de ecosistemas clave, tecnologías limpias, monitoreo ambiental constante y valoración de servicios ecosistémicos. Es fundamental construir una nueva cultura del agua que reconozca su valor como bien común y su papel en el equilibrio entre economía y naturaleza.


Si el CIIT ignora las dinámicas ecológicas y sociales de la cuenca, se repetirán errores históricos de desarrollo centralizado, extractivista y excluyente. El sur de México necesita un modelo de desarrollo que respete sus condiciones ambientales, fortalezca su tejido social y reconozca la diversidad cultural como un activo.


La cuenca del Coatzacoalcos puede convertirse en un laboratorio de innovación territorial donde se articulen competitividad y sustentabilidad. Esto requiere voluntad política, visión de largo plazo y compromiso con la justicia ambiental. Las decisiones actuales determinarán no solo el destino regional, sino la credibilidad del Estado mexicano frente a sus compromisos climáticos, sociales y de derechos humanos.


Coatzacoalcos no debe ser el precio del desarrollo, sino la prueba de que es posible construir un futuro donde el agua, la vida y la dignidad no sean sacrificadas por el crecimiento económico.

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