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La lluvia y los residuos: un llamado urgente a la conciencia ambiental

El Café en el Ágora

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Gonzalo Ortega Pineda

Licenciado en Administración de Empresas por la Universidad Veracruzana (UV), Maestro en Ciencias Administrativas por el Instituto de Investigaciones y Estudios Superiores de las Ciencias Administrativas, perteneciente a la Universidad Veracruzana (UV), Doctor en Ecología Tropical por el Centro de Investigaciones Tropicales, de la Universidad Veracruzana (UV), se desempeñó como Director General de Vinculación Social de la Secretaría de Medio Ambiente del Estado de Veracruz. Realizo una estancia posdoctoral en el Colegio de Veracruz (COLVER) donde actualmente es Profesor Investigador de la academia en Desarrollo Regional Sustentable, pertenece a la red latinoamericana de proyectos de divulgación.

En estos días de lluvia provocados por el huracán Erick, es importante recordar que, aunque a menudo catalogamos estos fenómenos meteorológicos como desastres naturales(para la naturaleza no son desastres, son desastres para los humanos), también cumplen una función vital para la vida en nuestro planeta. Gracias a las lluvias, los ríos, arroyos, manantiales y lagunas se renuevan, permitiendo que muchas especies sobrevivan y prosperen. Sin embargo, las lluvias también nos muestran una realidad incómoda en la que vivimos, me refiero a la enorme cantidad de residuos que generamos y que muchas veces terminan en la calle, los ríos y finalmente en el mar.

Este problema no es nuevo, pero sí muy visible después de cada tormenta. Basta salir a la calle para ver bolsas y botellas de plástico arrastradas por la corriente, atascando alcantarillas y contaminando cuerpos de agua. Lo preocupante es que estos desechos no desaparecen solos; se quedan en el ecosistema, afectando tanto a la naturaleza como a la salud de todos los seres vivos del planeta. Es aquí donde se revela nuestra falta de educación ambiental.

Ahora bien, ¿han servido las estrategias de educación ambiental que existen? Cursos, charlas y talleres sobran, pero los problemas persisten. Muchas veces, quienes asisten a estas actividades ya tienen cierto grado de conciencia ambiental, así que, la información circula entre los mismos grupos una y otra vez. Para cambiar realmente las cosas, necesitamos llevar el mensaje a más personas y romper la burbuja de comunicación.

La escuela juega un papel clave, pero la educación ambiental no debe quedarse solo en las aulas. Las y los expertos deben trabajar también en los barrios, con la comunidad, en los centros laborales y en los espacios públicos. Y lo más importante: estas acciones deben ser constantes, no solo eventos de un día. Aunque formar a las nuevas generaciones es fundamental, no podemos dejar fuera a quienes toman decisiones en el presente. También es necesario incluir temas ambientales en carreras universitarias donde casi no se abordan, como en negocios o derecho, entre otras más.

Otro aspecto crucial es la participación de la ciudadanía. No basta únicamente con informar; hay que motivar a las personas a involucrarse en las soluciones. Generar conciencia implica un esfuerzo conjunto, desde la separación en origen de los residuos, hasta la creación de redes vecinales que promuevan el reciclaje y el consumo responsable. Además, es fundamental exigir a las autoridades la transparencia en el manejo de los recursos y la aplicación efectiva de las leyes ambientales.

Otra estrategia es aprovechar los medios de comunicación locales para informar y proponer soluciones, especialmente sobre la gestión de residuos. Así, la próxima temporada de lluvias no veremos flotar basura por las calles y los ríos. Las soluciones deben venir desde todos los sectores, quienes consumimos productos, las autoridades que gestionan los recursos públicos y las empresas que fabrican y distribuyen productos. Cada sector tiene un papel en la solución de este problema.

Así que, si quieres fomentar una verdadera educación ambiental, sal de tu zona de confort y lleva el mensaje a donde más se necesita. Solo así, lograremos un cambio real en la relación entre nuestra comunidad y el entorno natural. Nos leemos en la próxima entrega.

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