Durante su reciente visita a Arabia Saudita y Emiratos Árabes Unidos, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, anunció importantes acuerdos tecnológicos destinados a fortalecer la infraestructura de inteligencia artificial (IA) en la región. Estos acuerdos incluyen la venta de chips avanzados de Nvidia a Arabia Saudita y un acceso más flexible a semiconductores estadounidenses para Emiratos Árabes Unidos, mientras se restringe el acceso a tecnologías chinas como las de Huawei.
Estos movimientos forman parte de una estrategia más amplia para consolidar la influencia estadounidense en el ámbito tecnológico del Golfo Pérsico. Empresas como MGX, filial de IA del fondo soberano Mubadala de Emiratos Árabes Unidos, han invertido en OpenAI y en el proyecto Stargate, una iniciativa conjunta de OpenAI, Oracle y SoftBank que planea invertir hasta 500.000 millones de dólares en infraestructura de IA en Estados Unidos.
Sin embargo, a pesar de estos esfuerzos, China sigue siendo un socio comercial clave para los Estados del Golfo, especialmente en sectores como la energía y las telecomunicaciones. Huawei, por ejemplo, mantiene acuerdos para desarrollar redes 5G en la región. Este equilibrio geopolítico y tecnológico plantea desafíos para países como Emiratos Árabes Unidos y Arabia Saudita, que buscan beneficiarse de las tecnologías avanzadas de Estados Unidos sin comprometer sus relaciones con China.
La estrategia de Trump en el Golfo Pérsico refleja un esfuerzo por reforzar la posición de Estados Unidos en el desarrollo y la implementación de tecnologías de inteligencia artificial, al tiempo que limita la influencia de competidores como China en una región estratégica para la economía global.