Jesús Alberto López González
Doctor en Gobierno (London School of Economics and Political Science), maestro en Políticas del Desarrollo en América Latina y licenciado en Relaciones Internacionales (UNAM).
Profesor investigador en El Colegio de Veracruz, y director general (2010-2012). Miembro del SNI (2010-2015) y fundador de la Red de Investigación CONAHCYT sobre Calidad de la Democracia. Becario del CHDS en EE. UU. Secretario de la Comisión de Relaciones Exteriores, América Latina y el Caribe en el Senado. Embajador de México en Trinidad y Tobago (2016-2018).
Ha sido profesor invitado en el CISEN, CESNAV, la Universidad de Londres, la UDLA Puebla, la Universidad Anáhuac y la Universidad Veracruzana.
Las remesas que los mexicanos en el extranjero envían a sus familias cayeron de 6,207 millones de dólares en junio de 2024 a 5,201 millones en junio de 2025. Es una baja del 16.2%, la más fuerte en 13 años. Esta caída no solo reduce el ingreso de millones de hogares, sino que también representa un foco rojo para la economía nacional y exige atención inmediata de los gobiernos federal, estatal y municipal.
¿Por qué son tan importantes las remesas?
Porque más de 11 millones de hogares mexicanos dependen directa o indirectamente de ellas. En 2024, México recibió casi 62 mil millones de dólares en remesas, equivalentes a cerca del 4% del PIB. En estados con alta migración como Michoacán, Jalisco, Guanajuato y Veracruz, ese dinero sostiene no solo el consumo, educación y vivienda, sino también pequeños negocios y economías locales.
¿Por qué están bajando las remesas?
Hay varias razones detrás de la caída reciente. Una de las principales es el endurecimiento de la política migratoria en Estados Unidos bajo el presidente Donald Trump. Desde su regreso a al poder, su gobierno ha intensificado los controles fronterizos, aumentado las deportaciones y ampliado las redadas en lugares de trabajo y comunidades migrantes. Tan solo en los primeros seis meses de 2025, el número de detenciones en la frontera sur superó los 1,3 millones, generando un ambiente de temor que ha desincentivado a muchos migrantes a enviar dinero de forma regular, especialmente a aquellos en situación irregular.
Además, el número de nuevas visas H-2B y H-2A otorgadas a trabajadores mexicanos ha disminuido frente a años anteriores, reduciendo las oportunidades laborales legales para nuevos migrantes. Esto se suma a una segunda causa relevante: el debilitamiento de la economía estadounidense.Durante el primer semestre de 2025, el crecimiento del PIB de EE.UU. se desaceleró a un promedio de 1,1%, frente al 2,4% registrado en el mismo periodo del año anterior. Este enfriamiento económico ha tenido efectos directos en sectores como la construcción, los servicios y la agricultura, donde se concentra buena parte de la fuerza laboral migrante. Con menos empleos disponibles, salarios estancados y miedo a salir de sus hogares de manera libre, los trabajadores mexicanos tienen hoy menor capacidad para enviar dinero a sus familias.
Esto ya impacta en México: muchas familias tienen menos dinero para alimentos, educación o vivienda, y recurren a préstamos con condiciones desfavorables. Si la caída persiste, podría aumentar la pobreza, el malestar social y la migración hacia ciudades u otros países. Ante este panorama, los tres niveles de gobierno deben actuar. A nivel federal, urge mantener la estabilidad económica y promover la inversión en zonas rurales. Veracruz, por ejemplo, necesita programas locales que impulsen pequeñas empresas y el campo, además de atraer inversión productiva. También es clave mejorar la educación financiera y la capacitación técnica para reducir la dependencia de las remesas.
La disminución de las remesas es una señal clara de que México debe avanzar hacia una economía menos dependiente del ingreso externo. Fortalecer el desarrollo local, diversificar las fuentes de ingreso y crear oportunidades productivas en las comunidades son pasos esenciales para construir un país más resiliente, justo y sostenible.