Rafael E. Hernández Rodríguez
Economista de profesión, Maestro en Administración Pública y Doctorante en Investigaciones Económicas y Sociales. Temas de interés desigualdad, economía de la salud, sector público
En la actualidad, las sociedades experimentan realidades diversas, marcadas por contrastes económicos, sociales y políticos. El cine y la televisión son los cronistas perfectos para exponer estas diferencias, mediante el desarrollo de historias o relatos que, en algunas ocasiones, sin intención, plasman el contexto social. Por ejemplo, los dramas de amor —creados ajenos a la crítica social— manifiestan las brechas existentes en las sociedades.
La cultura popular mexicana no es ajena a mostrar esas realidades. En el cine, la película de “Amarte Duele” retrata la barrera amorosa entre dos jóvenes de clases sociales opuestas, donde las diferencias económicas y los prejuicios sociales se convierten en el muro que trunca sueños y relaciones. Por su parte, Nosotros los Nobles, expone cómo la desigualdad de oportunidades se convierte en un factor importante para trascender laboralmente en una sociedad, entre quienes nacen con ciertas ventajas y quienes tienen que luchar por un espacio.
La televisión, por décadas se ha convertido en el espejo de la realidad social, a través de series y novelas mexicanas. El chavo del ocho, un programa de éxito nacional e internacional entre la década de 1970 y principios de 1980, se convirtió en un fenómeno cultural. Hoy en día, su legado se mantiene vivo entre chicos y grandes, más aún por la llegada de la nueva producción de Chespirito: sin querer queriendo. Más allá de su humor blanco, el programa, mostraba el entorno local de una vecindad repleta de diferencias y jerarquías, desde el niño huérfano sin dinero hasta el hijo del dueño de la vecindad. Contextos económicos como el desempleo, pobreza y desigualdad, son visibles para toda la audiencia.
Otro ejemplo es Rubí, novela que ha modificado su historia en diversas ocasiones, buscando adaptarse a los contextos más actuales. En ella, una joven de escasos recursos económicos busca escapar de la trampa de pobreza, motivada por el deseo de un bienestar y poder económico. La trama resalta aspectos como el poder, interés personal, la desigualdad de clases y los diferentes valores sociales, son parte del folclor de la historia de amor.En México, esas diferencias sociales no solo son observadas en narrativas o historias contadas: el acceso desigual a la educación, salud, ingreso y oportunidades de empleo son problemas comunes de nuestra economía. Estudios realizados por el Centro de Estudios Espinosa Yglesias (CEEY) demuestran que las personas que nacen en pobreza una gran mayoría permanecen así a lo largo de su vida. Raymundo Campos en su libro “Desigualdades” expone que el color de la piel es una de las barreras más comunes en las mejoras de oportunidades. También Viridiana Ríos, junto con Raymundo Campos ponen en discusión el lema como “los pobres son pobre porque quieren”.
En este sentido, la desigualdad no es solo un concepto o un ejercicio de estudio académico, sino historias y narrativas de las realidades mexicanas. Las tramas de amor o las risas de los programas de cine y televisión nos recuerdan que, las brechas existen y se viven en el día a día. Desde este espacio, Entre brechas y desigualdades se pretende explorar como se construyen estas realidades se sostienen o en donde pueden transformarse.
Y usted, ¿En qué otras películas o narrativas ha localizado un reflejo de las desigualdades que vivimos en nuestro país?