Rafael E. Hernández Rodríguez
Economista de profesión, Maestro en Administración Pública y Doctorante en Investigaciones Económicas y Sociales. Temas de interés desigualdad, economía de la salud, sector público
En el texto anterior, llamado “Historias contadas, realidades experimentadas”, se expuso cómo, a través de programas o novelas, observamos un problema socioeconómico. Sin embargo, quizás para el lector existan algunas preguntas como: ¿Qué es la desigualdad? ¿Qué tipos de desigualdad existen? ¿Cómo se mide la desigualdad? ¿Cuándo se originó la desigualdad? y, sobre todo, ¿Por qué es importante estudiar y conocer la desigualdad? Estos cuestionamientos constituyen el eje de análisis de los artículos que aquí se presentan. El propósito es propiciar un mayor entendimiento de este fenómeno, cada vez más tangible en nuestras sociedades.
Ahora bien, para dar inicio al hablar de la desigualdad, es preciso comenzar bajo el principio de la igualdad, tal como lo hace Atkinson cuando se pregunta: ¿igualdad en qué? (Atkinson, 2015, p. 12). Esta interrogante permite reflexionar sobre las distintas dimensiones en las que la desigualdad puede ser explorada.
En este contexto, la idea es que todo ser humano es creado en igualdad, tomando como referencia que todas las personas gozan de derechos, oportunidades y acceso a los recursos necesarios para su desarrollo. Sin embargo, es preciso mencionar que el contraste a esta ideología se experimenta en las sociedades actuales, haciendo evidente la existencia de la desigualdad.
De este modo, la desigualdad se presenta en múltiples ámbitos: la distribución del ingreso, la riqueza, el acceso a la educación, la calidad de los servicios de salud, las oportunidades de empleo e incluso la participación política. Según Goran Therborn( 2016), en su libro “Los campos del exterminio de la desigualdad”, la desigualdad no sólo debe ser analizada desde la óptica de las diferencias en recursos o posiciones sociales. Sus efectos son más profundos: las carencias en salud, educación y condiciones laborales derivan en muertes prematuras o enfermedades evitables.Por su parte, Amartya Sen(2000) describe la desigualdad como la privación de las capacidades fundamentales; es decir, no sólo se trata de analizar los ingresos bajos, sino de la imposibilidad de alcanzar logros valiosos como vivir una vida digna, recibir educación, participar en una comunidad y gozar de buena salud.
Asimismo, la desigualdad impacta en la cohesión social y en la estabilidad política.
Tal como lo exponen Wilkinson y Pickett, (2019) las sociedades con un mayor índice de desigualdad presentan mayores niveles de violencia, desconfianza y problemas de salud mental. Con ello podemos observar que la desigualdad no es, entonces, un problema únicamente económico, sino un factor que deteriora la calidad de vida colectiva y debilita los lazos comunitarios.
México no es ajeno a esta realidad. Las estadísticas muestran que las diferencias en el acceso a la salud entre zonas rurales y urbanas, la brecha en el nivel educativo entre ricos y pobres y la concentración de riqueza en unos pocos grupos económicos reflejan de manera clara cómo la desigualdad condiciona la esperanza de vida en nuestra sociedad. Por ello, es importante reflexionar sobre la desigualdad, ya que no sólo se trata de un fenómeno ajeno o abstracto, sino de una realidad que permea en las sociedades y condiciona la esperanza de vida de millones de personas. La literatura demuestra que hablar de desigualdad, no es sólo limitarse a analizar el ingreso o las riquezas; debe entenderse como un fenómeno que atraviesa la salud, la educación y las oportunidades. Comprender la desigualdad es el primer paso para pensar en cómo erradicarla y en la búsqueda de sociedades más justas.