TRICENTENARIO DEL NATALICIO DE JACOBO CASANOVA. (I) “Memorias.” (Tomo I primera parte)

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Mtro.José Miguel Naranjo Ramírez.

En el siglo XVIII sucedieron muchos acontecimientos trascendentales: la revolución francesa, la independencia de los Estados Unidos, el surgimiento de los enciclopedistas. De hecho, con este siglo nació la edad contemporánea. Algo más, en esta época vivió un personaje que es símbolo inigualable de seducción y erotismo. Con la característica de que su vida amorosa y pasional la vivió a plenitud y luego la escribió. Este inigualable personaje se llama Jacobo Casanova, un hombre seductor, caballeroso, jugador, en momentos un tremendo burlador. Amigo de gente poderosa, de pronto estaba cenando con un Senador, un Conde, y al otro día lo recibía el Papa Benedicto XIV. Cuando Casanova tenía 72 años, ya en pleno retiro, decidió escribir sus memorias. Éstas desde su publicación se convirtieron en una lectura obligada. Por supuesto que al inicio causó todo tipo de controversias, algunas ediciones publicaban el contenido con ciertas limitaciones, al pasar los años, las memorias de Casanova son parte de los libros que integran el canon de lecturas casi casi imprescindibles, créanme que son una belleza en muchos sentidos, intentaré explicar algunos de esos sentidos.

De entrada, es imposible abordar en dos artículos que se escribirán sobre las memorias, el enorme contenido. Regularmente se componen de dos tomos. Para que el lector tenga una idea, en la edición[1] que las estoy leyendo, el tomo I es de 1149 páginas en el clásico papel cebolla. Así que aquí se intentará compartir algunas precisiones sobre el enorme universo que ofrece la lectura. Cuando escuchamos nombres como Mariscal de Richielieu, Marqués de Sade, e incluso, el propio Don Juan, aclarando que Don Juan es un personaje ficticio. Inmediatamente podemos pensar que los libros que leeremos incluyen relaciones sexuales explicitas, escenas fuertes, y en varios casos sí es así, ejemplo, un sinfín de escenas en los libros del Marqués de Sade. No obstante, una de las características de las memorias de Casanova es que, si bien abundan descripciones pasionales y queda muy claro todo lo acontecido, el autor lo narra de una forma tan fina y delicada, que el lector no deja de notar esa exquisitez en el lenguaje.

Más allá del morbo que puede suscitar el saber qué personajes aparecen y la forma en que se relacionan con el autor, puntualizando que en muchos casos se protegen los nombres de los protagonistas, sólo aparece la señora F, el señor C., en otros casos si aparecen nombres completos, lo importante es la experiencia vivida por el narrador y compartida con el lector. Vayamos a conocer unos ejemplos: Jacobo conoció a la sobrina de un sacerdote llamada Ángela. Desde que la vio quedó prendado de la belleza y naturalidad de la joven. El seductor personaje por diversas circunstancias desde temprana edad convivió con familias pudientes y de “alta estirpe”. Una de las casonas que visitaba en Venecia, lugar donde nació y creció Casanova, era la de la señora Orio. Esta dama vivía con sus dos sobrinas llamadas Nanette y Marton. Las jóvenes le ofrecieron ayuda a Jacobo para que pudiera conquistar a la bella Ángela. En varias ocasiones invitaban a cenar a Ángela y la dejaban con el seductor, mas, la bella Ángela no cedía ante las pretensiones del enamorado. Todo este plan ocasionó que las hermanas convivieran mucho con el pretendiente. Sin darse cuenta las hermanas estaban muy encariñadas con Casanova y un día sucedió lo siguiente:

En esas largas bohemias, las hermanas con estrategias para que no sospechara la tía, hicieron que se quedara Jacobo hasta muy tarde, el tiempo pasó y Jacobo se vio obligado a quedarse a dormir en la misma habitación. Lo maravilloso para él fue compartir la misma recamara, claro, las jóvenes le dijeron que confiaban en su integridad y le solicitaron sin que se ofendiera que las respetara, entonces: “Dejé de hablar e hice como que me dormía. Hablaron un momento entre ellas en voz baja. Marton me dijo que me acostara, que ellas me seguirían cuando me vieran dormido, y como Nanette me confirmó la promesa, les volví la espalda, me desnudé y dándoles las buenas noches, me acosté. Cuando estuve en la cama me fingí dormido; pero pronto se apoderó el sueño de mí y no me desperté hasta que ellas se vinieron a acostar. Entonces me volví para seguir durmiendo, quedé tranquilo hasta que estuviera seguro de que las creía dormidas, pues si no lo estaban era asunto de ellas el fingimiento. Ellas me volvieron la espalda, y la luz fue apagada. Entonces procedí al azar y dirigí mis primeros homenajes a la que estaba a mi derecha, ignorando si era Nanette o Marton. La encontré encogida y envuelta en el único vestido que conservaba. Sin brusquedades y sin olvidar su pudor, la puse por grados en el caso de confesarse vencida y persuadirse de que lo mejor que podía hacer era simular que dormía y dejarme hacer. Pronto la naturaleza que actuaba de concierto conmigo, me condujo al final y mis esfuerzos coronados con pleno éxito, no me dejaron ninguna duda sobre la obtención de las primicias a las que el prejuicio, quizá, concede tanto valor. Alegre por haber saboreado una posesión que cataba por primera vez, dejé despacito a mi hermosa para llevar a la otra un nuevo tributo de mi ardor. La encontré inmóvil, acostada de espaldas, como quien duerme con sueño profundo y tranquilo. Con mucho cuidado al acercarme, como si tuviera miedo de despertarla, comencé por acariciar sus pechos, y me aseguré que era tan novicia como su hermana; y agradecía la ofrenda, me impuse el deber de consumar el sacrificio. Entonces cedió de pronto a la vivacidad del sentimiento que la agitaba y como cansada del papel simulado que había adoptado, me cerró estrechamente en sus brazos en el instante de la crisis, me cubrió de besos, me devolvió transporte por transporte y el amor confundió nuestras almas en una idéntica voluptuosidad. Por estas señales creí reconocer a Nanette y se lo dije.

–Sí, soy yo –dijo –, y me declaro dichosa como mi hermana si eres honrado y constante.  

-Hasta la muerte, ángeles míos, y como todo esto que hemos hecho es obra del amor, que no quede más que entre nosotros el asunto de Ángela.

Le rogué a continuación que se levantara para encender las bujías, pero Marton, llena de complacencia, se levantó al instante y nos dejó juntos. Cuando vi a Nanette entre mis brazos animado por el fuego del amor, y a Marton cerca de nosotros con una vela en la mano, y que parecía acusarnos de ingratos con sus miradas, pues no le decíamos nada, aunque había sido la primera en rendirse a mis caricias y con ello envalentonado a su hermana para que la imitara, sentí toda mi dicha.”

La intensa relación con las hermanas la disfrutará por un buen tiempo. Ellas se entregaban a él y él cómo las disfrutaba. Este tipo de experiencias se presentan de manera recurrente, verbigracia, en un viaje conoció a Lucrecia, una mujer imponentemente bella. Lucrecia estaba casada con un prestigioso abogado y aunque le costó al seductor poder conquistarla, al final la bella Lucrecia cayó ante sus encantos. Un día para poder aprovechar la ausencia del abogado, se metieron los amantes a una habitación donde estaba Angélica la hermana de Lucrecia. Los amantes se entregaron sin inmutarse ante la presencia de la joven de diecisiete años quien en próximos días se casaría. Fue tan contagiosa la pasión que Casanova terminó poseyendo y disfrutando a la virgen Angélica. A los pocos días Angélica se casó con Francisco.

No todo en las memorias se reduce a erotismo y sensualidad. El lector se encontrará con viajes, ciudades, personalidades, costumbres y tradiciones de esas sociedades. Casanova viajará como diplomático al mundo islámico y vivirá momentos candentes, pero de la misma manera dialogará con personajes sobre religión, fe, cristianismo, islamismo, salvación, en fin, realmente es un deleite leer las memorias. Por ahora esto es lo que les he narrado, en la segunda entrega seguiremos conociendo unas de las tantas aventuras del seductor mas cautivador del siglo XVIII, el atractivo, culto y elegante Jacobo Casanova.

Correo electrónico: miguel_naranjo@hotmail.com

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Facebook: José Miguel Naranjo Ramírez

[1] ADAF, Ediciones-Distribuciones, S. A. Madrid, 1968. Colección El Arco de Eros.

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