Edgar Sandoval Pérez
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“La guerra es la continuación de la política por otros medios.”
Carl Von Clausewitz
Desde febrero, el presidente Trump ha venido presionando a diversos países con medidas —en apariencia— comerciales y económicas; sin embargo, su propósito trasciende el mero interés recaudatorio o de balance comercial.
En el caso de México, Trump ha amenazado con imponer aranceles en varias ocasiones, siendo la más reciente la anunciada para el 1 de agosto, la cual, nuevamente, no llegó a implementarse por completo. Estas tarifas no buscan reducir importaciones ni aumentar ingresos, sino fungir como palanca para negociar asuntos de seguridad: el combate al tráfico de fentanilo, la migración irregular y, en menor medida, el déficit comercial de Estados Unidos.
Varios analistas advierten que este proteccionismo instrumentaliza la política comercial como herramienta de negociación internacional y doméstica. En palabras de Richard Baldwin, «desestabiliza el sistema multilateral» para forzar concesiones en materia de seguridad y fiscalidad.
En respuesta, México firmó un acuerdo de seguridad bilateral que aplazó por 90 días —hasta noviembre de 2025— el alza arancelaria del 25 % al 30 % sobre productos no cubiertos por el TMEC, manteniendo libre de gravámenes al 84 % del comercio bilateral. Aun así, subsiste un arancel del 25 % sobre automóviles, acero, aluminio y, de forma controvertida, sobre envíos de precursores químicos asociados al fentanilo, según la Casa Blanca.
Los efectos inflacionarios emergieron con evidencia palpable en el segundo trimestre de 2025: las importaciones mexicanas cayeron 30 % entre abril y junio, mientras que las compras anticipadas dispararon las existencias, distorsionando el crecimiento económico trimestral. En julio, el índice de precios al consumidor (IPC) alcanzó 2,7 % anual —su nivel más alto desde 1934— y el gasto de consumo personal (PCE) subió 2,6 % en 12 meses. Un estudio del Budget Lab de la Universidad de Yale proyecta un costo adicional de alrededor de 2 400 USD por hogar en 2025, cuyos efectos se materializarán entre cuatro y seis meses tras la imposición de las tarifas.
Por si fuera poco, Trump ha presionado públicamente a la Reserva Federal para recortar las tasas de interés, bajo el argumento de que una política monetaria «más laxa» impulsaría el empleo y la inversión. No obstante, la escalada inflacionaria llevó a la Fed a elevar sus expectativas de 2,5 % a 2,7 % y a advertir sobre el riesgo de una espiral de precios, justificando nuevas alzas en la tasa de referencia y contrarrestando cualquier intento de abaratar el crédito.
La fortaleza resultante del dólar estadounidense ha generado presiones adicionales en los mercados emergentes. De mantenerse los aranceles del 25 %, el tipo de cambio USD/MXN podría superar los 22 pesos por dólar en los próximos cuatro a seis meses, antes de atenuarse cerca de 23 pesos a principios de 2026. A su vez, un gravamen del 25 % durante un año reduciría las exportaciones mexicanas en torno al 12 % y contraería el PIB de México en aproximadamente 4 % para 2025, socavando el objetivo de proteger la industria doméstica estadounidense y provocando pérdida de mercados.
Pese a los ingresos extraordinarios —28 000 millones de dólares en julio de 2025, triplicando lo recaudado en 2024—, la Oficina Presupuestaria del Congreso (CBO) estima que estos montos podrían bajar la deuda federal en 2,5 billones de dólares hacia 2035. Sin embargo, advierte que las ineficiencias y las pérdidas de excedente del consumidor podrían superar los beneficios recaudatorios en el mediano plazo, generando un marcado efecto de peso muerto y neutralidad en la política comercial.