Por: Redacción El Censal | Xalapa, Veracruz | 23 de Agosto 2025
En Veracruz, el paisaje urbano comienza a transformarse a un ritmo inédito. Torres residenciales y edificios comerciales se levantan en la conurbación Veracruz–Boca del Río y la Riviera Veracruzana, configurando un nuevo horizonte que refleja el dinamismo de la industria de la construcción. El auge inmobiliario es evidente: de acuerdo con cifras de la Cámara Mexicana de la Industria de la Construcción (CMIC), entre enero y noviembre de 2024 la producción de las empresas constructoras en el estado creció 20.2% respecto al mismo periodo de 2023, con un incremento de 27.4% en proyectos privados y de 12.8% en públicos.
Este repunte ha colocado a Veracruz como uno de los motores regionales de la construcción, aportando 4.8% del PIB nacional del sector. La inercia también se refleja en el empleo: en 2024 se sumaron más de 5,000 nuevos puestos formales en la construcción, un crecimiento de 8.1% en el número de trabajadores registrados ante el IMSS. Para un estado que enfrenta rezagos estructurales en creación de empleo de calidad, se trata de un dato clave que confirma que la construcción no solo edifica torres, sino también oportunidades.
Residencial y comercial: un mercado en ascenso
La demanda inmobiliaria se concentra en zonas de mayor densidad y poder adquisitivo. En Boca del Río, proyectos como Torre Amura, las Torres JV o el complejo Exertia —el más alto del sureste con 145 metros— son referentes de un mercado en expansión que combina residencias premium, oficinas y espacios mixtos. Al mismo tiempo, la Riviera Veracruzana emerge como polo de atracción para vivienda vertical de nivel medio y alto.
Sin embargo, el crecimiento no se limita al segmento residencial. Empresarios del sector apuntan a un déficit de oficinas clase A+ en la entidad, lo que abre una ventana para inversionistas que quieran capitalizar la llegada de empresas vinculadas al nearshoring y a la relocalización industrial en la región.
El gran ausente: las FIBRAs inmobiliarias
Pese a este dinamismo, Veracruz enfrenta una limitación estructural: la ausencia de Fideicomisos de Inversión en Bienes Raíces (FIBRAs) locales. En el resto del país, estos instrumentos financieros han demostrado su eficacia para canalizar capital institucional hacia el desarrollo inmobiliario. Las Afores mexicanas ya invierten más de 183,000 millones de pesos en FIBRAs, recursos que equivalen a casi el 5% del PIB nacional, principalmente en oficinas, naves industriales y vivienda en renta.
En Veracruz, en cambio, el boom inmobiliario se sostiene casi exclusivamente con capital privado directo, lo que limita el alcance y la escala de los proyectos. Especialistas señalan que crear un esquema local de FIBRAs permitiría atraer inversionistas institucionales, dar estabilidad de largo plazo al mercado y consolidar a la entidad como un polo inmobiliario competitivo en el sureste.
Un boom con retos estructurales
El auge inmobiliario veracruzano es innegable. Los datos del PIB estatal, los nuevos desarrollos verticales y la generación de empleo lo respaldan. Sin embargo, el reto no es solo construir más, sino construir con visión estratégica. La ausencia de FIBRAs refleja un vacío financiero que, de resolverse, podría detonar un círculo virtuoso: más proyectos, mayor inversión, mejores empleos y un impacto sostenido en el PIB estatal.
Por ahora, el crecimiento se sostiene sobre capital privado, mientras el potencial de inversión institucional permanece desaprovechado. Veracruz tiene las torres, los proyectos y la demanda. Lo que falta son los instrumentos financieros que conviertan este boom en una política de desarrollo urbano y económico de largo plazo.