Casi 70 % de jóvenes en México vive bajo estrés financiero

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La población de entre 18 y 29 años en México enfrenta niveles elevados de estrés financiero, según la última edición de la Encuesta Nacional sobre Salud Financiera (Ensafi).

Datos clave

La encuesta revela que casi 70 % de los jóvenes de ese rango de edad —aproximadamente 16.1 millones de personas— experimentan estrés financiero en niveles moderados o altos. De ellos, 28.6 % (unos 6.6 millones) padecen un estrés financiero alto, mientras que 40.9 % (aproximadamente 9.5 millones) lo reportan en un nivel moderado.
Por género, 71.2 % de las mujeres jóvenes sufren estrés financiero moderado o alto, frente a 67.6 % de los hombres.

Factores detrás del fenómeno

La Comisión Nacional para la Protección y Defensa de los Usuarios de Servicios Financieros (Condusef) señala que las principales preocupaciones para este grupo incluyen la incertidumbre laboral y la falta de educación financiera.
Asimismo, el acceso fácil a tarjetas de crédito con tasas muy elevadas —por encima de 100 % en algunos casos— agrava la situación cuando no se cuenta con herramientas para su manejo responsable.
Además, muchos jóvenes salen del hogar familiar temprano, enfrentan altos costos de vivienda o transporte y buscan satisfacer expectativas sociales e ideadas en redes, lo que los coloca en un círculo de presión financiera persistente.

Impactos y consecuencias

El estrés financiero no sólo afecta el bolsillo, sino también la salud emocional y física. Puede provocar insomnio, depresión, enfermedades cardiovasculares, deterioro en las relaciones sociales y reducción de la capacidad para disfrutar de otras áreas de la vida.
En el ámbito laboral, la situación se complica al combinar bajos ingresos, empleo informal y jornadas largas, lo que limita el acceso a seguridad social y condiciones dignas de trabajo.

Lo que se requiere

Es necesario fortalecer la educación financiera entre los jóvenes y dotarlos de herramientas para el presupuesto, el ahorro y el uso inteligente del crédito.
También se requiere que las políticas públicas y los programas institucionales atiendan la precariedad laboral juvenil, así como el elevado costo de vivienda y transporte en las grandes ciudades.
Dentro del sector empresarial, resulta clave fomentar mejores condiciones de empleo, oportunidades de desarrollo y esquemas de ingreso que favorezcan la autonomía financiera.

En conjunto, el panorama refleja un reto estructural que va más allá del manejo individual del dinero: expone la necesidad de construir un entorno económico más estable y sostenible para las nuevas generaciones.

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