Job Hernández Rodríguez
Licenciado en Economía por la Universidad Veracruzana. Maestro y Doctor en Estudios Latinoamericanos por la UNAM. Ha sido profesor en distintas instituciones de educación superior (UNAM, UAM, UACM y COLVER), donde ha impartido cursos de economía, ciencias políticas, estudios latinoamericanos y sociología.
En América Latina el neoliberalismo se impuso mediante sangrientas dictaduras militares. México siguió un camino peculiar que hizo innecesario un golpe de estado, pero acentuó el carácter represivo de un régimen tradicionalmente autoritario. Un grupo de economistas educados en las universidades norteamericanas, representantes intransigentes de los intereses del gran empresariado nacional y extranjero, se hicieron del control del omnipotente PRI y de los puestos claves al interior del aparato estatal, expulsando a quienes perseveraron en el tradicional nacionalismo desarrollista. Estos tecnócratas contaron con el apoyo del partido de la oligarquía, el PAN, y más adelante con la colaboración de una sección de la izquierda (PRD) reconvertida al credo librecambista. Con estos componentes se formó una mayoría parlamentaria que realizó los cambios jurídicos necesarios en medio de un fuerte blindaje policiaco y militar dirigido a contener la protesta social.
Primero se impuso un programa de estabilización a inicios de la década de los ochenta basado en la contención de los salarios mediante los famosos “pactos” entre el gobierno, los patrones y los sindicatos corporativos. Las reivindicaciones salariales fueron desestimadas en aras de controlar la inflación y el déficit público haciendo que el costo de la reducción de la inflación recayera sobre los trabajadores. Después se implementó una larga serie de reformas estructurales para convertir a México en una economía de libre mercado:
- Privatización del sector público mediante la venta de casi la totalidad de las 1,115 empresas paraestatales existentes, entre las que destacan las televisoras, Telmex y los bancos.
- Apertura total e indiscriminada de la economía mexicana, sobre todo a partir de la firma del Tratado de Libre Comercio con América del Norte.
- Contrarreforma agraria que decretó el fin del reparto de tierras y legalizó la compraventa de las tierras ejidales y comunales.
- Acaparamiento privado de los fondos de retiro mediante cuentas de ahorro individuales (Reforma a las leyes del IMSS e ISSSTE)
- Eliminación de las restricciones legales a la explotación, ataque a los derechos laborales y legalización de las formas degradadas de trabajo (Reformas a la Ley Federal del Trabajo)
- Menoscabo de la rectoría del estado en el sector estratégico y entrega de éste a las grandes empresas, sobre todo extranjeras (Reforma energética).
- Reforma educativa destinada a favorecer la injerencia de la iniciativa privada en la materia y a minar la fuerza del magisterio mediante la afectación de sus derechos laborales.
Todas estas medidas condujeron al desmantelamiento del proyecto social surgido de la Revolución Mexicana y a un profundo divorcio entre el Estado y las clases populares. Además, la prosperidad prometida como compensación nunca llegó. La economía mexicana creció a una tasa notablemente menor que en el periodo anterior: de un promedio anual de 6.5 por ciento para el periodo 1950-1980 pasó a uno de 2.5 por ciento en el periodo 1980-2008
En consecuencia, la tasa de crecimiento del empleo formal pasó de 10.8 por ciento anual en la década de 1960-1970 a 1.3 en la década de 2000-2010. Y el poder adquisitivo de las remuneraciones se redujo dramáticamente: el salario mínimo perdió dos terceras partes de su valor entre 1980 y 2018 y la participación de las remuneraciones en la riqueza nacional disminuyó de 40 por ciento en 1976 a 27 por ciento en la actualidad.