Hugo López Rosas
Biólogo con doctorado en Ecología y Manejo de Recursos Naturales. Se desempeña como Profesor Investigador en El Colegio de Veracruz y forma parte del Sistema Nacional de Investigadoras e Investigadores (nivel 1) desde 2009.
Un nuevo estudio conjunto revela una creciente amenaza oculta bajo el desierto fronterizo: la sobreexplotación y contaminación de los acuíferos transfronterizos que abastecen a millones de personas en la frontera México-Estados Unidos. A pesar de su importancia vital, estos sistemas hídricos subterráneos carecen de una gobernanza binacional eficaz y enfrentan una presión creciente por parte de la agricultura, la industria y el crecimiento urbano.
De acuerdo con el APM Research Lab (1), al menos 28 de las 72 unidades hidrogeológicas compartidas a lo largo de la frontera tienen potencial para uso humano. Sin embargo, la escasez de información, la falta de regulación y la creciente demanda han convertido estos acuíferos en zonas de alto riesgo. Investigaciones recientes muestran que gran parte del agua subterránea se destina a la agricultura (80%) y a usos urbanos e industriales (14–16%), mientras que actividades como la producción de cerveza en el norte de México y el fracking en Texas agravan la presión.
Una evaluación geoquímica publicada en Groundwater for Sustainable Development (2) encontró que, aunque las concentraciones de elementos tóxicos como arsénico, plomo y cromo en pozos privados están mayormente bajo los límites establecidos por la Agencia de Protección Ambiental de EE.UU. (USEPA), existen zonas con niveles elevados de estroncio y boro, especialmente en el condado de Maverick. La calidad del agua en estos pozos —que abastecen a comunidades marginadas llamadas “colonias” en Texas— es especialmente preocupante por su exposición constante a fuentes no monitoreadas de contaminación y su vulnerabilidad socioeconómica.
Un segundo estudio(3), liderado por Rosario Sánchez del Texas Water Resources Institute, propone una nueva metodología para mapear “Áreas Efectivas de Acuíferos Transfronterizos” (ETAA), zonas prioritarias dentro de los acuíferos donde la densidad de pozos es alta y el impacto sobre el flujo del agua subterránea es potencialmente significativo. Esta propuesta busca mejorar la gobernanza binacional enfocándose en puntos críticos específicos, especialmente en regiones como Sonora, Chihuahua, Arizona y Nuevo México, donde la dependencia del agua subterránea es extrema.
Ambos estudios coinciden: sin datos integrados, sin coordinación legal binacional y sin un sistema robusto de monitoreo, estos acuíferos están en riesgo de degradarse irreversiblemente. El Tratado de Aguas de 1944, que rige los recursos hídricos superficiales entre ambos países, no contempla adecuadamente el manejo de aguas subterráneas. Expertos advierten que la ausencia de un marco institucional y científico compartido podría traducirse en una crisis hídrica regional con repercusiones sociales, ambientales y geopolíticas.
Las aguas que no se ven podrían ser las que primero se pierdan.
(1) APM Research Lab es una unidad de investigación y periodismo de datos de American Public Media (APM), establecida en 2017. Su misión es proporcionar información basada en hechos mediante investigaciones originales y análisis, con el objetivo de fomentar una democracia comprometida a través de la curiosidad, la indagación y la discusión fundamentada en datos creíbles (https://www.apmresearchlab.org/10x/border-groundwater).
(2) Pathak, P., Olivares, R., Varner, T. S., Kulkarni, H. V., Carmona, G., Lima, C., … & Datta, S. (2024). Hydrogeochemical assessment of groundwater in transboundary aquifers along the US-Mexico border and drinking water quality implications for Texas colonias. Groundwater for Sustainable Development, 27, 101377.
(3) Sanchez, R., Kikoyo, D., & Yang, L. (2024). Effective transboundary aquifer areas between Mexico and the United States: A border-wide approach. Journal of Hydrology: Regional Studies, 56, 102003.