Xalapa, Veracruz | 26 de agosto de 2025
Un vuelco en los datos oficiales
Durante el segundo trimestre de 2025 (abril–junio), Veracruz registró 80 mil personas desocupadas, lo que se traduce en una tasa de desocupación de 2.3 % de la Población Económicamente Activa (PEA), un aumento desde el 2.0 % del mismo lapso en 2024.
El aumento fue especialmente marcado entre las mujeres: más de 37 mil quedaron sin empleo, lo que elevó su tasa de desocupación a 2.9 %, un alza significativa frente al año previo. Por su parte, la desocupación masculina disminuyó a 2.0 %, acompañada de una reducción en número de hombres sin trabajo.
Subocupación, precariedad e informalidad: el otro rostro del empleo
No solo aumentó el desempleo: 291 mil personas se ubicaron en condiciones de subocupación, es decir, trabajando menos horas de las deseadas —un 8.6 % de la población ocupada, ligeramente superior al 8.5 % registrado en 2024.
La precariedad también disminuyó marginalmente: la tasa de condiciones críticas de ocupación —con ingresos por debajo del salario mínimo— bajó del 45.3 % al 35.9 %, una ligera mejora.
No obstante, la informalidad laboral se intensificó: subió del 62.8 % al 63.7 %, situando a más de seis de cada 10 trabajadores en condiciones vulnerables sin protección social.
Participación laboral: un rezago persistente en mujeres
La PEA creció, pero la brecha de participación por sexo se mantiene: mientras la tasa global aumentó marginalmente a 54.6 %, solo 37.8 % de las mujeres participan en ella, frente a 74.8 % de los hombres. Esto evidencia la persistencia de un obstáculo estructural para la incorporación femenina al mundo laboral formal.
Un estado frente a retos estructurales
A nivel nacional, la tasa de desocupación se mantiene en 2.7 %; Veracruz, aunque por debajo de ese promedio, reporta una tendencia preocupante: una ligera desaceleración en empleo que suma a sus ya profundas carencias de informalidad.
Veracruz exhibe una economía en tensión: aunque con niveles de desocupación modestos, el aumento en desempleo femenino, sumado a elevada informalidad y persistente subocupación, refleja un complicado panorama para la recuperación y la calidad del trabajo. La participación femenina, aún en crecimiento lento, sigue muy rezagada. La pregunta clave es si las políticas locales formalizarán el empleo y cerrarán brechas de género —o si el estado seguirá arrastrando estructuras laborales disfuncionales.