“El triunfo de Mark Carney en Canadá y su impacto en la relación con EE.UU. y México”

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Miguel Valera Hernández

Licenciado en filosofía y Maestro en Literatura Mexicana por la Universidad Veracruzana. Ejerce el periodismo desde 1998. Fue reportero y coordinador de información del Semanario Punto y Aparte, de Xalapa; corresponsal de Liberal del Sur (Coatzacoalcos) y coordinador de reportajes especiales en Radiotelevisión de Veracruz. Fue colaborador de la revista Universo de El búho, de René Avilés Fabila.

Actualmente es Director del portal Hoy Xalapa y columnista en diversos medios de comunicación.

La reciente elección federal en Canadá dejó una lección que trasciende fronteras: el “efecto Trump” sigue siendo un factor desestabilizador, incluso fuera de Estados Unidos. A pesar de que las encuestas hasta hace pocos meses favorecían al Partido Conservador liderado por Pierre Poilievre, fue el Partido Liberal, ahora bajo el liderazgo de Mark Carney, quien logró una victoria sólida y aseguró un quinto mandato consecutivo.

El elemento clave no fue tanto el debate interno, sino la presión externa. Donald Trump, en su estilo característico, amenazó con sanciones, aranceles y hasta sugirió que Canadá podría convertirse en el “Estado 51” de la Unión. Estas declaraciones provocaron una reacción inmediata y predecible: los canadienses votaron para defender su soberanía.

Lejos de ayudar a sus afines ideológicos, Trump terminó perjudicándolos. Poilievre, con un discurso alineado al trumpismo y sin tomar distancia oportuna de las amenazas, vio debilitada su posición. Carney, por el contrario, adoptó una postura firme: defender a Canadá del intervencionismo, fortalecer el multilateralismo y diversificar los vínculos económicos más allá de EE.UU. Su mensaje fue contundente y bien recibido.

Este nuevo liderazgo en Ottawa llega en un momento determinante. En 2026 se revisará el T-MEC, y Carney ya ha dejado claro que no se dejará imponer condiciones desde Washington. Respaldado por un mandato fuerte, su gobierno buscará reducir la dependencia canadiense del mercado estadounidense, estimular la producción local y ampliar las relaciones con Europa y Asia.

Para México, esto representa tanto una oportunidad como un riesgo. Una Canadá más crítica ante Trump puede convertirse en un aliado estratégico en la defensa de los intereses regionales, promoviendo una negociación más equilibrada. Pero si Ottawa decide moverse hacia esquemas bilaterales fuera del marco trilateral, México podría quedar marginado de importantes procesos de integración.

La clave está en anticiparse. México debe comenzar a construir una alianza real con Canadá, basada en intereses compartidos: cadenas de valor integradas, estándares laborales armónicos y una postura común frente al proteccionismo estadounidense. La revisión del T-MEC no será solo una negociación comercial; será una redefinición del equilibrio político y económico en América del Norte.

Mark Carney no es Justin Trudeau. Su estilo es más técnico, más sobrio, menos simbólico. Pero su llegada al poder representa un mensaje claro: Canadá no será arrastrado por la agenda trumpista. Un mensaje que debería escucharse también en la Ciudad de México.

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