La gestión de residuos: Un reto tras la catástrofe en la zona norte

0
76

Gonzalo Ortega Pineda

Licenciado en Administración de Empresas por la Universidad Veracruzana (UV), Maestro en Ciencias Administrativas por el Instituto de Investigaciones y Estudios Superiores de las Ciencias Administrativas, perteneciente a la Universidad Veracruzana (UV), Doctor en Ecología Tropical por el Centro de Investigaciones Tropicales, de la Universidad Veracruzana (UV), se desempeñó como Director General de Vinculación Social de la Secretaría de Medio Ambiente del Estado de Veracruz. Realizo una estancia posdoctoral en el Colegio de Veracruz (COLVER) donde actualmente es Profesor Investigador de la academia en Desarrollo Regional Sustentable, pertenece a la red latinoamericana de proyectos de divulgación.

Estimado lector, hoy abordo un tema urgente y relevante para toda la sociedad. Como muchos saben, la zona norte de Veracruz ha sufrido una grave catástrofe provocada por intensas lluvias, en Veracruz   en los estados vecinos de Puebla, Hidalgo y San Luis Potosí, lo que provoco grandes inundaciones que dejaron miles de familias sin hogar y muchas otras en viviendas inhabitables. La solidaridad de los veracruzanos se ha hecho presente, y los centros de acopio no han dejado de enviar víveres y ayuda a quienes más lo necesitan.

Sin embargo, la recuperación va más allá de reconstruir estructuras físicas, también es fundamental que las estructuras sociales y la capacidad de respuesta de los gobiernos estén a la altura, pues el impacto emocional y material de perder todo, puede provocar conflictos y desafíos difíciles de sobrellevar.

En este contexto, el proceso de limpieza debe iniciar de manera organizada y segura. Aquí surge un reto muchas veces ignorado, la gestión de los residuos sólidos. Es comprensible que en las primeras horas no sea la prioridad, pero conforme avanzan los días, la mala disposición de estos residuos puede convertirse en un problema grave, especialmente en una población ya vulnerable desde lo social, ambiental y económico. Sin un plan adecuado, los riesgos sanitarios se multiplican. No basta con remover el lodo; hay que prestar atención a lo que contiene. Este puede estar mezclado con aguas residuales, restos de residuos domiciliarios, electrónicos desechados sin control, pilas, aceites, hidrocarburos y hasta residuos biológicos infecciosos y peligrosos de hospitales afectados. La mezcla de estos materiales representa una amenaza para la salud pública y el medio ambiente.

Surge entonces la pregunta ¿qué hacer? La limpieza urgente es necesaria, pero hacerlo sin un plan de gestión de residuos y depositarlos en lugares no controlados puede desencadenar nuevos focos de infección y poner en riesgo a voluntarios, autoridades y habitantes de la zona. La improvisación, como se observa en videos difundidos por redes sociales y medios, complica la labor de recuperación y dificulta el trabajo de quienes buscan ayudar, por lo que es esencial que los planes de recuperación incluyan un manejo responsable de residuos.

A medida que pasan los días, los residentes comenzarán a sacar más residuos de sus casas como muebles, ropa y electrodomésticos cubiertos de lodo. Estos suelen terminar en tiraderos improvisados, contaminando el entorno y generando olores y riesgos sanitarios. Es fundamental que las estrategias de salud pública se implementen con rapidez para prevenir enfermedades derivadas de la acumulación de escombros y lodo, residuos domésticos e industriales. Cuando las calles se sequen, el polvo que se levanta podría transportar contaminantes dañinos que respiramos sin darnos cuenta.

Frente a este reto, es indispensable contar con un plan de acción que permita identificar, clasificar y manejar los diferentes tipos de residuos generados tras la inundación. Existen guías internacionales, como la elaborada por la agencia sueca para la respuesta a desastres, que sugieren dividir la gestión en cuatro fases, la primera incluye las primeras 72 horas para salvar vidas y facilitar rescates, la segunda para establecer soluciones de manejo de residuos a mediano y largo plazo, la tercera para implementar proyectos de gestión y limpieza, y una cuarta enfocada en la preparación y capacitación de la comunidad para futuros desastres.

Es vital, evitar la creación de nuevos basureros sin control, pues esto agravaría los problemas de salud y la calidad ambiental. La acumulación de materia orgánica en descomposición, sumada a la presencia de fauna muerta y animales de compañía que perdieron la vida, exige acciones inmediatas y coordinadas.

En conclusión, generar una cultura de colaboración entre los distintos niveles de gobierno y la sociedad civil, es clave para atender de manera eficiente y eficaz las secuelas de la catástrofe. Solo así, se podrá lograr una recuperación más rápida y menos dolorosa para las familias afectadas por las inundaciones. La gestión adecuada de los residuos es de gran importancia para evitar que la tragedia se prolongue y para proteger la salud y el bienestar de todos.

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí