Estados Unidos anunció un acuerdo comercial con Vietnam que impone un arancel general del 20 % a las importaciones vietnamitas, además de un gravamen del 40 % a mercancías en transbordo —productos que ingresan a EE. UU. tras pasar por terceros países—, según anunció el presidente Donald Trump en su red social Truth Social.
A cambio, Vietnam se comprometió a abrir completamente su mercado a productos estadounidenses sin aranceles, ofreciendo acceso sin gravámenes para productos agrícolas, industriales y manufacturados exportados desde Estados Unidos. Trump calificó el pacto como un “gran acuerdo de cooperación”, negociado directamente con To Lam, secretario general del Partido Comunista de Vietnam.
Aunque los detalles formales aún no se han publicado, fuentes familiarizadas sugieren que el anuncio refleja un marco de negociación flexible, más que un tratado definitivo, alineado con la estrategia de Washington de concluir acuerdos individuales tras la suspensión temporal de aranceles recíprocos, vigente desde abril y con plazo hasta el 9 de julio.
La imposición de estos gravámenes persigue frenar prácticas de desvío de productos chinos hacia Estados Unidos mediante Vietnam, un canal empleado para evitar sanciones elevadas impuestas a Beijing —tasas que alcanzaron hasta el 145 % el año pasado—
En los mercados, la noticia generó una reacción positiva: el índice S&P 500 subió 0.33 %, impulsado por sectores sensibles a reglas comerciales más claras, como el de bienes de consumo, RNA y manufactura. Empresas como Nike reportaron incrementos en el precio de sus acciones, atribuidos al impacto favorable en las cadenas de suministro.
Sin embargo, analistas advierten que los aranceles del 20 % podrían incentivar aumentos de precio en productos vietnamitas de importación, lo cual afectaría a consumidores estadounidenses. Por su parte, Hanoi enfrenta el doble desafío de proteger su producción nacional y cumplir su compromiso de apertura, en un momento en que sus exportaciones representan cerca del 30 % de su PIB.
Este acuerdo se suma a los recientes pactos comerciales cerrados por la administración Trump con el Reino Unido y China, enmarcados en su estrategia de sustituir una política general de tarifas recíprocas por acuerdos bilaterales selectivos, con la mira puesta en lograr hasta 12 pactos antes del 1.º de septiembre, Día del Trabajo en EE. UU.
En conclusión, el nuevo acuerdo EUA‑Vietnam representa una doble jugada: fortalecer las exportaciones estadounidenses mediante acceso libre a un mercado clave y contener el flujo indirecto de productos chinos mediante aranceles al desvío, en un equilibrio que dependerá de la implementación definitiva y la negociación futura con Hanoi.