Manuel Alejandro Baizabal Rendón
Especialista en gestión, planeación estratégica, ingeniería de costos e innovación orientada a la industria del
mantenimiento y construcción de infraestructura. Grado de maestría en gestión de ingeniería, con orientación
a la mejora y desarrollo de procesos de ingeniería complejos. Investigación de aplicación de herramientas
metodológicas para el análisis, diagnóstico y desarrollo de estrategias para mejora de procesos operativos y
comerciales, y para la implementación de nuevas tecnologías.E-Mail: mbconsultorbi@gmail.com
Nuestra sociedad moderna, cada vez más sofisticada y compleja, demanda nuevas maneras de resolver nuestra sostenibilidad desde varios aspectos. Así debemos aprender a que la actividad humana sea sostenible y eficiente tanto en la dimensión medio ambiental, social y económica. Encontramos que la industria de la construcción está íntimamente ligada con cada aspecto de nuestra civilización y conforma sofisticadas técnicas para la adaptación de nuestro medio ambiente y aprovechamiento de recursos, así como para el mantenimiento de la infraestructura que hace posible los sistemas sociales, productivos y, en consecuencia, económicos. Algunos autores destacan al “medio construido” (es decir localidades urbanas) como el principal motor de desarrollo y prosperidad para la civilización moderna. Podemos pronosticar que en mediano plazo estarán sucediendo cambios significativos para la sociedad como la tenemos resuelta hoy, y de estos será la urbanización una de las tendencias más transformadoras del siglo que inicia
Recientemente se ha buscado perfeccionar políticas públicas para la solución y anticipación de problemas que deriven de las tendencias de urbanización. Ejemplo de esto son las acciones concretas que se están llevando a cabo en la zona meropolitana del valle de méxico, con la institución de la nueva Secretaría de Desarrollo Urbano y Vivienda (SEDUVI) de la Ciudad de México, con la intención de coordinar estos efectos del crecimiento urbano en CDMX, Edo de México, Morelos e Hidalgo. No obstante, este esfuerzo es ejemplo del nivel de complejidad que se viene a medida en que crecen nuestras zonas metropolitanas, y ameritaría una profunda integración multi y transdisciplinaria, en la que es oportuno que se integre activamente el gremio de la construcción junto con todos los actores que habitan y deciden sobre la próxima MEtropolis y Megalópolis a resolver. En Xalapa es oportuno aprender como se se resuelven estos problemas, para anticiparnos a resolver lo que nos venga, a su debida escala y proporción.
Se han identificado dos corrientes de pensamiento alineadas, bastante resueltas y que dirigen la agenda pública actualmente: el Plan Nacional de Ordenamiento territorial del Gobierno de México, y paralelamente la Agenda para el Desarrollo Sostenible de la ONU. La primera lleva algunos años operando de manera correspondiente con la segunda, y a esta fecha tiene bien definidas sus intenciones, además de dar ejemplo de los resultados obtenidos en los informes de SEDATU titulados “La transformación de México desde sus ciudades”.
Junto con esto, debemos empezar por puntualizar las teorías fundamentales de la ciencia de URBANISMO, tomado como una manera de entender y resolver el complejo fenómeno de la URBANIZACIÓN como efecto y que requiere indispensablemente de la integración de la labor de la ingeniería civil. Tenemos entonces por definición que urbanización es “acondicionar una porción de terreno y prepararlo para su uso urbano, abriendo calles y dotándolas de luz, pavimento y demás servicios”, sin embargo, también debemos entenderlo como “el aumento de la proporción de la población que reside en zonas urbanas, o el proceso de traslado de personas hacia las ciudades u otras áreas densamente pobladas”, y entre estas dos definiciones existe la necesidad de satisfacer nuestro entorno urbano mediante la construcción y mantenimiento de infraestructura debidamente resuelta.
Nuestra cotidianidad está tan íntimamente ligada a nuestro espacio construido que simplemente lo damos por hecho, y muchas veces pasamos por alto el gran esfuerzo intelectual y logístico que implica lograr nuestro hábitat urbano. Al llegar a casa encendemos la luz y abrimos el grifo esperando que funcionen, cuál debe ser, pero detrás de esto hay una implicación inmensa de soluciones de ingeniería. Naturalmente, esta aplicación de ciencia y tecnología solo cobra sentido si se usa para satisfacer las necesidades cotidianas (y no tan cotidianas) de cada uno de los más de 789 mil habitantes de la Zona Metropolitana de Xalapa, más los que se sumen en los próximos años, pero puede entenderse que nos enfrentamos con el reto de acercarnos a los límites de lo posible, tanto para la tecnología actual, el espacio físico, la logística, y los recursos disponibles. ¿Hasta dónde necesitamos llegar?
Entonces, en miras de ser capaces de solventar las ciudades que necesitaremos en el futuro (muy próximo) la ingeniería civil debe asumir el compromiso, junto con todos los involucrados en el hábitat urbano, de seguir reinventándose y encontrar soluciones a exigencias y problemas futuros. Debemos de adoptar la visión de las políticas y conceptos modernos de urbanización y primero construir una visión de ciudad como la necesitaremos a mediano plazo, para entonces saber resolver su materialización y mantenimiento. Por citar un ejemplo simplista, si las exigencias de la ciudadanía manifestadas a través de políticas públicas, y tendencias de diseño urbano actuales, nos implican mayor densificación de habitantes por kilómetro cuadrado de ciudad para lograr un mejor aprovechamiento de espacios y servicios urbanos, entonces como ingenieros debemos resolver aspectos como la actualización estructural de edificios diseñados con criterios antiguos, mayor capacidad de generación y distribución de energía, incrementar la capacidad de suministro de agua potable y manejo de residuos, ingeniándonos soluciones con las limitaciones de los sistemas actualmente instalados; también podríamos hablar de diseños más sofisticados de sistemas de cimentacion para lograr un mejor comportamiento ante los sismos y propiciar así mejor resiliencia de la infraestructura, etcétera.
El panorama se antoja retador, pero para nada imposible. Hemos logrado demostrar reiteradamente la enorme capacidad que tenemos como sociedad para resolver complejos e inusitados problemas, y ahora nos aventaja la oportunidad de poder aprender de todos los modelos urbanos que de alguna manera u otra hemos experimentado durante el desarrollo de siglos que llevamos construyendo y viviendo una de las ciudades más grandes del mundo, tan solo se trata de poner manos a la obra y sumar visión transdiciplinaria de manera coordinada para diseñar y construir la realidad que queremos habitar en el futuro próximo.