El mundo da el último adiós a Francisco

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El Papa Francisco fue despedido con una solemne misa en el Vaticano, donde se celebró su vida y su influencia mundial, especialmente en temas de justicia social, migración y medio ambiente. Su funeral fue acompañado por líderes globales y miles de fieles. En su última voluntad, pidió ser enterrado en la Basílica de Santa María la Mayor, un deseo que se cumplió tras la procesión que recorrió algunos de los puntos más emblemáticos de Roma. La ceremonia reflejó la profunda admiración y el respeto por su legado.

El sábado, presidentes, miembros de la realeza y una multitud de fieles participaron en la solemne ceremonia fúnebre del papa Francisco, durante la cual un cardenal destacó que el legado del pontífice en favor de los migrantes, los oprimidos y la protección del medio ambiente no debe morir con él.

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, quien tuvo desacuerdos con el papa sobre esos temas, se ubicó junto a otros dignatarios extranjeros, al lado del ataúd de Francisco en la vasta Plaza de San Pedro.

Al otro lado se encontraban los cardenales encargados de elegir al sucesor de Francisco en el cónclave del próximo mes, quienes deberán decidir si continúan con la apertura que él impulsó en la Iglesia o ceden ante los conservadores que abogan por un papado más tradicional.

La multitud, que llenaba la plaza y las calles cercanas, estalló en aplausos cuando el cardenal Re mencionó el apoyo de Francisco a los inmigrantes, sus constantes llamados a la paz, la necesidad de negociar para poner fin a los conflictos bélicos y la urgencia de actuar frente al cambio climático.

El aplauso se repitió al final de la misa, cuando el ataúd fue elevado por los portadores, quienes lo inclinaron ligeramente para que más personas pudieran verlo.

Las imágenes aéreas del Vaticano mostraron un vibrante mosaico de colores: el negro de las ropas de los líderes internacionales, el rojo de las vestiduras de unos 250 cardenales, el morado de algunos de los 400 obispos y el blanco de los 4,000 sacerdotes presentes.

Según el Vaticano, más de 250,000 personas asistieron a la ceremonia, que duró dos horas.

Tras el funeral, mientras las campanas de la Basílica de San Pedro tañían en señal de luto, el ataúd fue colocado en un papamóvil descubierto y trasladado por el centro de Roma hasta la Basílica de Santa María la Mayor.

Francisco, quien durante su papado de 12 años evitó la ostentación, había solicitado ser enterrado en esa basílica en lugar de en la cripta de San Pedro, el tradicional lugar de descanso para los papas.

El entierro se realizó con estricta privacidad.

El papamóvil dejó el Vaticano por una entrada lateral, cerca de la casa de huéspedes Santa Marta, donde Francisco había optado por vivir en lugar de los lujosos apartamentos renacentistas del palacio papal.

Según las estimaciones de la policía, unas 150,000 personas recorrieron los 5.5 kilómetros hasta Santa María la Mayor. Algunos agitaban pancartas y otros arrojaban flores al paso del féretro, mientras coreaban “¡viva el papa!” y “¡adiós, Francisco!” a lo largo de la ruta, que pasaba por monumentos históricos como el Coliseo.

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